viernes, 21 de octubre de 2016

El principio antrópico

¿Por qué Dios ha creado el universo? ¿Qué sentido tiene todo si sabemos que va a tener un final? El otro día hice esta pregunta en catequesis. Las respuestas que oí me admiraron. Porque Dios es amor, dijo una niña. Lo ha hecho para nosotros, dijo otra, porque quiere nuestro bien. Una tercera dijo: porque nos lo quiere dar todo. 

Yo todavía no les había explicado nada, y por supuesto que estas niñas no saben qué es eso del principio antrópico, pero creo que el mejor teólogo no podría superar sus respuestas. 

¿Qué es el principio antrópico? Puede sonar muy arrogante, dice el P. Carreira, decir que Dios ha creado el universo para que lleguen a existir los seres humanos. Pero son los mismos científicos quienes se han dado cuenta de una cosa: si el universo, sus leyes y constantes, fuera mínimamente distinto, jamás hubiera sido posible la aparición de la vida, y mucho menos de la vida consciente. Es decir, que todo en el universo está finamente calibrado para que en un momento dado aparezca la vida en evolución, y esta pueda dar lugar a la vida humana. Esto es, en palabras llanas, el principio antrópico. Si hubiera el menor cambio en la composición del universo, ¡no estaríamos aquí! 

Veamos algunos datos: 

El tamaño del universo. Su masa es de unos 10 50 toneladas de materia. Cambiad un cero a esta cifra, arriba o abajo, y sería imposible que hubiera estrellas y planetas. 

Las fuerzas del universo. La fuerza electromagnética es 10 40 veces mayor que la gravedad. cambiad esta proporción en una sola cifra y tampoco sería posible que se formaran las moléculas de la materia ni los elementos químicos. 

La fuerza nuclear fuerte es 137 veces más potente que la fuerza nuclear débil. ¿Por qué ese número? Si fuera 136 o 138, ya no habría posibilidad de que se formaran otros átomos aparte del más simple, el hidrógeno. Tampoco habría estrellas, ni galaxias, ni otros elementos de la materia. 

La fuerza nuclear débil es la que permite que una partícula se convierta en otra, por tanto, es imprescindible para las reacciones nucleares que se dan en las estrellas. Gracias a que una primera generación de estrellas "ardió" y estalló, se formaron los elementos químicos y los metales pesados que componen buena parte de los planetas rocosos, como la Tierra. 

Sin su núcleo de hierro, la Tierra no podría generar un campo electromagnético que la protege de las radiaciones cósmicas y que hace posible el desarrollo de la vida. 

La Tierra también es especial: si su tamaño, su distancia al sol, su composición química o su eje de rotación fueran distintos, ¡tampoco estaríamos aquí! 

Concluye el P. Carreira: «Si hay vida en otros sitios, no lo sabemos y probablemente no lo sabremos nunca. Pero no hace falta. Porque la Creación se justifica finalmente, según nuestra teología, porque es en este pequeño planeta donde Dios se une a la materia y se hace hombre.»


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