domingo, 20 de noviembre de 2005

Ester, o la ternura inteligente

La figura de Ester protagoniza uno de los libros más apasionantes de la Biblia. No es de extrañar que haya inspirado diversas novelas y películas cinematográficas. Ester es la mujer que, en medio de circunstancias adversas, llega a ser reina de un gran imperio y, capeando las intrigas cortesanas, logra salvar a su pueblo del genocidio.

Invito a los lectores de este blog a leer el Libro de Ester. La reflexión que me sugiere para la mujer de hoy es la del contraste entre la rebeldía temeraria y la ternura inteligente.

En el relato de Ester encontramos dos figuras femeninas diferentes: Vasti y Ester. La primera, Vasti, es la reina de Persia, esposa del rey Asuero. Durante un banquete, Vasti, en un gesto de orgullo y de comprensible dignidad ofendida, se niega a exhibir su belleza ante los invitados de su marido. Enfurecido, el rey la repudia, ordena expulsarla de la corte y busca nueva esposa entre las jóvenes del reino, al tiempo que promulga una ley para someter a las esposas a sus maridos. Ester es una de las muchas doncellas que son apartadas forzosamente de su familia para ser presentadas ante el rey. Es educada y preparada para ser una perfecta amante y esposa y, finalmente, su encanto seduce al rey Asuero, quien la toma por esposa, convirtiéndola en reina de Persia. Ella oculta prudentemente, durante un tiempo, su origen judío, pero no pierde el contacto con su pueblo, a través de su tío y padre adoptivo, Mardoqueo. A lo largo del libro se nos desvelan las intrigas del ambicioso Amán, que llega a convertirse en el hombre fuerte de Asuero, y que decide ordenar la persecución y exterminio de los judíos de todo el imperio, con el fin de incautar todos sus bienes y apoderarse de sus riquezas. Ester interviene con sutil habilidad y, ayudada por diversas circunstancias que aprovechan con astucia tanto ella como su tío Mardoqueo, persuade al rey para cambie de parecer. Finalmente, Amán cae en desgracia y Ester consigue que los judíos sean protegidos y respetados en todo el reino. Persia alcanza un período de gran esplendor y su tío Mardoqueo llega a convertirse en uno de los principales ministros del rey.

Para la mentalidad de las mujeres de hoy, esta historia puede parecernos indignante. La actitud de Vasti, negándose a ser tratada como una mujer objeto, resulta mucho más cercana a nuestra sensibilidad que la conducta de Ester, dócil y sumisa a un esposo autoritario y caprichoso, a quien permanece fiel. Tal vez nos subleva ver cómo Ester emplea sabiamente sus artes femeninas para conseguir sus objetivos… Y, sin embargo, el relato nos muestra cuán estéril es la rebeldía de Vasti y, en cambio, cuántas vidas logra salvar la dulce diplomacia de Ester.

Ester tiene mucho que decirnos a las mujeres contemporáneas. En un mundo sacudido por la violencia, dominado por poderes que provocan y permiten situaciones de flagrante injusticia, Ester nos muestra la fuerza de la ternura frente a la inutilidad del enfrentamiento agresivo. Como reza un sabio refrán, más vale aliarse al enemigo que luchar contra él. Ante una persona que consideramos injusta, o cuya manera de pensar y hacer es diametralmente opuesta a la nuestra, el enfrentamiento es infructuoso, y sólo puede generar más violencia. Sólo cuando seamos capaces de escuchar y respetar al otro, creyéndole capaz de albergar bondad en su interior –porque todo el mundo lo es –esa persona percibirá nuestro respeto y puede comenzar a cambiar. El mismo Jesús de Nazaret lo mostró en su vida muchos años más tarde. Jesús no se detuvo a criticar a los recaudadores de impuestos; se sentó a la mesa con ellos. Así fue como Zaqueo, el publicano odiado por sus conciudadanos, a quienes estafaba, sintiéndose honrado por Jesús, decidió, por iniciativa propia, devolver lo robado y comenzar a trabajar honestamente.

La historia de Ester revela que sólo el amor y la consideración pueden dignificar y cambiar a las personas. Con su ternura inteligente y su paciencia lúcida, consiguió lo que no podría lograr un gran ejército. La fuerza del amor es más poderosa que todas las armas del mundo.

domingo, 6 de noviembre de 2005

El gozo de la mujer que confía


"El Espíritu Santo es el gozo de Dios que se transmite a la humanidad"
Eloy Bueno de la Fuente, teólogo.

Hoy quiero detenerme en la figura de una mujer bíblica: Miriam, la hermana de Moisés. Apenas aparece en dos o tres breves pasajes del Exodo, pero vislumbramos en ellos a una mujer fuerte y animosa, llena de fe.

Miriam es la jovencita que, de acuerdo con su madre, y para salvar la vida de su hermano recién nacido, arroja la canastilla con el bebé en las aguas. Es la niña que, vigilante, observa cómo el niño es recogido por la hija del faraón y le ofrece buscarle una nodriza, su propia madre. Años más tarde, cuando Moisés emprende la misión de sacar a su pueblo de Egipto, vemos a Miriam como "la profetisa, hermana de Aarón". En una de las escenas más bellas del Antiguo Testamento, leemos que Miriam, tomando un pandero, sale a cantar y a danzar la gloria de su Dios, que los ha rescatado de las aguas del mar Rojo y de la furia del faraón. Tras de ella, todas las mujeres del pueblo salen, bailando y tocando instrumentos.

Miriam personifica el gozo de la mujer que ha confiado en Dios y ha sido escuchada. Su alegría es exultante, y se expresa en forma de cánticos y danzas. Arrastra a las demás mujeres. Vemos en ella a la mujer líder que entusiasma a sus compañeras, movida por el júbilo de un Dios que la colma.

Pero Miriam no sólo ha confiado en su Señor. Desde muy joven, también ha puesto los medios para que éste actúe. No ha permanecido pasiva. Ha acompañado a su hermano Moisés desde su nacimiento, y también a su otro hermano, Aarón, en su liderazgo como portavoz y sacerdote de su pueblo. Es llamada "profetisa". Comparte con ellos el don de transmitir un mensaje de Dios a su gente. Y, aunque en el relato bíblico apenas vuelve a ser mencionada, podemos intuir que su trayectoria va íntimamente ligada a la de los hombres que dirigían el pueblo de Israel en su camino hacia la liberación.

Miriam la hermana de Moisés es un espejo para la mujer cristiana de hoy. Fiel y constante, audaz y valerosa, ha sabido proteger la vida de sus hermanos y acompañarlos en su misión. Y, con ellos, puede cantar con el gozo desbordante de quienes lo han arriesgado todo por el amor de Dios y no han sido defraudados.