domingo, 27 de septiembre de 2009

Justicia y caridad

En el primer comentario, hablábamos del amor y de la verdad como dones, procedentes de Dios, y pilares del desarrollo humano. Esta vez vamos a centrarnos en la justicia.

Dice el Papa en el capítulo 6 de la encíclica:
"Ante todo, la justicia.
La justicia es inseparable de la caridad.
La justicia es la primera vía de la caridad, su “medida mínima”.

Y así es. Si queremos amar, no podemos saltarnos ese mínimo exigible, que es la justicia humana: dar a cada cual lo que le corresponde.

Durante muchos años, se ha criticado a la Iglesia por querer ejercer la caridad de forma paternalista o poco eficaz. Y se ha querido sustituir por la justicia social, por los derechos, por la ley.

El Papa nos muestra que tampoco podemos separar justicia y caridad. Pretender ser caritativo sin ser justo sería hipócrita; ésa sí que sería una caridad desviada. Pero quedarse en la mera justicia es muy poco. El ser humano está llamado a más.

La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo “mío” al otro, pero nunca carece de justicia, que lleva a dar al otro lo que es “suyo”, lo que le corresponde.

La caridad incluye la justicia, la completa y la sobrepasa. La caridad auténtica es amor gratuito, que da sin límites y sin esperar nada a cambio. Es la justicia de Dios: la que da a todos y a cada cual, no según se merezcan, sino según la magnificencia de Dios.

El amor es generoso y da porque quiere, esa es su libertad. Y el amor sostiene la justicia. Hemos visto en la historia de la humanidad que las leyes solas no son suficientes para garantizar la justicia y el bienestar de las personas. Falta algo, y ese algo es un don gratuito que todos podemos dar y recibir: la caridad, el amor.

Así, en el capítulo 38, Benedicto XVI nos dice: "Mientras antes se podía pensar que lo primero era alcanzar la justicia y que la gratuidad venía después como un complemento, hoy es necesario decir que sin la gratuidad no se alcanza ni siquiera la justicia".

domingo, 20 de septiembre de 2009

Caridad en la Verdad

Durante las próximas semanas, iré comentando algunos párrafos de la encíclica Caritas in Veritate, un documento de gran trascendencia y muy oportuno para los tiempos que vivimos.

Caridad en la verdad

La caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad.

Con esta frase, Benedicto XVI comienza su encíclica Caritas in Veritate y resume en ella el alma y la raíz de este documento.

En estos tiempos de crisis a escala global que vivimos, la carta del Papa es un mensaje de esperanza y realismo, una llamada a los cristianos a profundizar en nuestra fe y a trabajar por la mejora del mundo.

En los primeros capítulos de la encíclica, nos habla del amor —la caridad— y de la verdad, y nos muestra cómo ambas realidades son inseparables. A menudo hemos tendido a divorciarlas con nuestra mentalidad analítica. Vinculamos el amor con los sentimientos y las pasiones, mientras que la verdad nos lleva a la racionalidad, fría y cerebral. El poso ilustrado y romántico en nuestra cultura ha tendido a contraponerlas. Con rotunda lucidez, el Papa nos explica que el amor auténtico y la verdad no pueden existir si no están unidos.

El amor

¿Qué es el amor? "El amor —caritas— es una fuerza extraordinaria que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta". (Caritas in Veritate, 1) Por tanto, nos alejamos de la idea sentimentalista y efímera del amor para acercarnos a su fuente y a su propia identidad. El amor no es algo que nace en nosotros mismos, sino un don que recibimos de Dios, como la misma vida: "Todos los hombres perciben el impulso de amar de manera auténtica: amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano". (Caritas in Veritate, 1)

Así, este don se convierte en vocación: todo ser humano es llamado a desarrollar el amor; en él está su plenitud.

La verdad

Y, ¿qué es la verdad? Esta pregunta, que un escéptico Poncio Pilato formuló ante Jesús, resuena por doquier en nuestra cultura de hoy. Muchos son los que rechazan su existencia o niegan que sea posible conocerla. Otros muchos optan por la postura relativista: “no hay verdades absolutas, cada cual tiene su verdad”.

En contraste con esta filosofía, Benedicto XVI dice que "la verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta luz procede simultáneamente de la razón y de la fe". (Caritas in Veritate, 2)

Y en este párrafo constata una realidad impresionante: "Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario". (Caritas in Veritate, 2)

Es así. Cuando hablamos de esos malos amores, que dañan y que queriendo hacer un bien se equivocan, posiblemente se trata de afectos despojados de la verdad, pasiones mal enfocadas y desenraizadas, que acaban por herir y destruir a las personas. Un amor sin verdad puede convertirse fácilmente en egoísmo, narcisismo, megalomanía y hasta en sadismo y afán de dominación sobre los demás.

Benedicto XVI insiste en la necesaria unión entre razón y fe. Nuestra cultura occidental se empeña en separarlas y enfrentarlas, pero esto sería tan disparatado como intentar separar, en una persona, sus pensamientos de sus emociones, cuando lo que realmente cohesiona al ser humano es encontrar esa unidad interna entre todas sus potencias y dimensiones.

"La verdad libera a la caridad de la estrechez de una emotividad que la priva de contenidos relacionales y sociales, así como de un fideísmo que mutila su horizonte humano y universal". (Caritas in Veritate, 2)

Dimensión social del amor

Es la verdad la que ayuda al amor a salir de sí mismo y le da una dimensión social: "En la verdad, la caridad refleja la dimensión personal y al mismo tiempo pública de la fe en el Dios bíblico, que es a la vez “ágape” y “logos”, Caridad y Verdad, Amor y Palabra". (Caritas in Veritate, 3)

"Llena de verdad, la caridad puede ser comprendida, compartida y comunicada. La verdad es logos que crea diá-logos, y por tanto, comunicación y comunión". (Caritas in Veritate, 4)

Y concluye afirmando que "la adhesión a los valores del cristianismo no sólo es un elemento útil, sino indispensable en la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral. Sin verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado. Queda excluida de los proyectos para construir un desarrollo humano de alcance universal".

Así es como vemos que el amor y la verdad son fundamentales para construir un mundo más justo donde el desarrollo sea verdaderamente humano. Nuestra fe no se queda encerrada en nuestro ámbito privado ni en nuestros templos, sino que está llamada a salir al mundo, porque esa es su vocación. "Los hombres destinatarios del amor de Dios se convierten en sujetos de caridad, llamados a hacerse instrumentos de la gracia para difundir la caridad de Dios y tejer redes de caridad". (Caritas in Veritate, 5)

Y no sólo la caridad se proyecta, sino que cohesiona los grupos humanos: "Al ser un don recibido por todos, la caridad en la verdad es una fuerza que funda la comunidad".

"La unidad del género humano, la comunión fraterna más allá de cualquier división, nace de la palabra de Dios-Amor que nos convoca". (Caritas in Veritate, 34)

Más allá de las ideologías o de las leyes, derechos y deberes, vemos que el amor es la fuerza que realmente puede unir a las personas.

Y, finalmente, esta caridad es la que contribuye al progreso humano: "Lo que nos precede y constituye ―el Amor y la Verdad subsistentes― nos indica qué es el bien y en qué consiste nuestra felicidad. Nos señala el camino hacia el verdadero desarrollo". (Caritas in Veritate, 52)