domingo, 15 de marzo de 2009

Escándalo para los hombres, sabiduría de Dios

Predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los hombres, pero para los llamados, sabiduría de Dios. 1 Co 1, 22-25

Un Dios tan humano, que no sólo vive como los demás hombres, sino que muere, clavado en una cruz, resulta un escándalo incomprensible aún hoy día. Son muchas las personas que no entienden como Dios puede dejar morir a su Hijo, o como un ser todopoderoso puede entregarse en manos de hombres movidos por el odio y los celos. ¿Puede Dios ser tan débil? El rechazo de los judíos y la extrañeza de los griegos son muy actuales.

Pero Pablo responde: la sabiduría de Dios es muy distinta a la nuestra. Para él, amar hasta el extremo no es insensatez. Morir por amor no es debilidad. Cristo nos da la prueba: su muerte no será un final, sino un renacimiento a una vida resucitada, eterna e invencible. Jesús no fue el Mesías guerrero, ni el político justiciero, ni el líder religioso de masas que dominaba las conciencias de su pueblo. Su fuerza fue el amor, su poder el servicio, su reino era el mismo Dios. Con su resurrección, Jesús nos ha demostrado que su aparente fragilidad ha sido la mayor fuerza. “Lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”, dice Pablo. ¡Frase tremenda! Si la interiorizamos, comprenderemos que si estamos en manos de Dios, el mal no puede dañar nuestra alma. Nuestra fe no se fundamenta en los prodigios o milagros –los signos que reclamaban los judíos– ni en la filosofía, ni en las razones. Nuestra fe sólo puede arraigar en la certeza de ser amados por Dios.

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