viernes, 4 de noviembre de 2016

¿Qué pasó con Galileo?

El caso Galileo es un episodio que vale la pena conocer bien. Se suele utilizar como argumento para sostener que la religión y la Iglesia, en concreto, son enemigas de la ciencia. Pero un estudio sosegado y a fondo del caso y de todas sus circunstancias nos dará una idea mejor de la realidad y evitará juicios precipitados e inexactos.

Aislado del resto de la historia el caso Galileo es lo que parece: una injusticia y un error de la Iglesia al condenar a un sabio inocente y genial, así como una interferencia de la religión en el ámbito científico. En su contexto histórico el caso no deja de ser lamentable, pero nos da otros datos interesantes. Por ejemplo, que no toda la Iglesia estaba contra Galileo ni contra la ciencia, que había muchos religiosos, científicos como él, que lo apoyaban, y que pese a sufrir una terrible humillación al tener que retractarse de unas ideas en las que creía, Galileo no fue torturado ni recluido en prisión, como muchas personas creen. Tampoco fue quemado en la hoguera. Galileo terminó sus días recluido en su casa, es verdad, pero sin dejar de estudiar e investigar en diversos campos científicos. Durante su estancia en Roma gozó de la hospitalidad de un cardenal y de varios nobles que lo alojaron en sus palacios. 

¿Qué ocurrió en el caso Galileo? A mi ver, hay que tener en cuenta tres factores: culturales, históricos y personales. Veámoslos.

Culturales. En el siglo XVI entraron en conflicto dos sistemas astronómicos para explicar el mundo: el ptolemaico o geocéntrico que sostenía que la Tierra es el centro del universo, y el copernicano o heliocéntrico, que sostenía que el Sol era el centro. El primero tenía a su favor la evidencia visual desde la perspectiva de un terrícola... el segundo daba mejor explicación de los movimientos de los astros, pero en la época de Galileo no pudo demostrarse científicamente. Había algunos fenómenos que no encajaban en la hipótesis heliocéntrica, como el paralaje de los astros, y esto no se resolvió hasta el siglo XX, con la mejora de los instrumentos de observación.

La oposición entre los dos sistemas iba más allá de la astronomía y alcanzaba la filosofía. En aquella época la ciencia no era tan rigurosa ni especializada como ahora, y la astronomía no tenía mayor utilidad que conocer los movimientos de los astros para precisar fechas y calendarios. Dentro del saber global de la época la astronomía se enmarcaba en una visión del mundo aristotélica, donde la Tierra está fija y los astros son cuerpos celestes, perfectos e inmutables. El universo es eterno, perfecto y no cambia. Los descubrimientos de Galileo dieron al traste con esta visión al descubrir que los astros tienen montes y rocas, como la Tierra, que el Sol tiene manchas y protuberancias y que hay estrellas que nacen y mueren. Si la Tierra no es el centro, sino un planeta más, y si el universo no es inmutable, sino que evoluciona... toda una visión del cosmos se tambalea. 

Contexto histórico. Estamos en pleno siglo de la Reforma protestante, que partió en dos la cristiandad, y la Contrarreforma. Europa está sumida en la Guerra de los Treinta Años y la Iglesia se ve amenazada. Los papas tienen que demostrar firmeza y defender su autoridad. Cualquier cosa que amenace la autoridad de la Iglesia debe ser mirada con sospecha... En aquel tiempo, la mayoría de universidades e instituciones educativas dependían de la Iglesia. De hecho, casi todas las universidades fueron fundadas por la Iglesia durante la Edad Media. En ellas se estudiaba, se traducían obras antiguas y de autores orientales, se investigaba y se producían avances y hallazgos. Muchos científicos fueron religiosos o sacerdotes, como Copérnico. La cuestión era, siempre, que las ciencias naturales guardaran una armonía con la revelación bíblica.

El Papa Urbano VI, responsable del proceso de Galileo, se encontraba presionado por muchas bandas. Ante la rebeldía de Galileo, tuvo que dar un "zapatazo" de autoridad para demostrar la firmeza de la Iglesia, y es lo que hizo, aunque fuera un craso error.

Factores personales. Como siempre, en todo conflicto no falta el factor humano. Galileo era un genio, de carácter bastante temperamental, orgulloso y decidido. Después de su primer roce con la Iglesia abandonó toda prudencia y se arriesgó. En su obra Diálogo sobre los dos sistemas... cargó un poco las tintas en un personaje estúpido cuyas razones coincidían literalmente con un argumento que había sostenido el Papa, años antes. Galileo tenía enemigos y lo comenta abiertamente en sus cartas. No da nombres, pero estos señores querían perderlo y conspiraron contra él cerca del Papa para hacerlo caer en desgracia. Lo consiguieron, aunque Galileo también tenía apoyos poderosos, como los duques de Toscana, sus mecenas, y algunos altos cargos eclesiásticos que lo defendían.

Si Galileo era un genio atrevido, el Papa Urbano era otro gallo de pelea. Miembro de la familia Barberini, de ellos se corre un dicho por Roma: quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini (lo que no hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini). Era otro personaje orgulloso que tenía que defender su terreno y mostrarse enérgico. Se sintió ofendido por Galileo y no se lo perdonó.

Autonomía ciencia y fe

Galileo tuvo la genialidad, no sólo científica, sino filosófica, de apuntar bien claro que la ciencia y la fe no se contradicen, cada una tiene su terreno y su parcela de estudio. El libro de la naturaleza y el libro de la revelación son formas complementarias de comprender la realidad. Para entenderlas hay que saber leer sus respectivos lenguajes y estudiar. Esto, que es el principio de la autonomía entre la ciencia y la fe, ha sido reconocido en los siglos posteriores. Diversos papas fueron rehabilitando la figura de Galileo hasta llegar a Juan Pablo II, que encargó una comisión investigadora sobre el caso y finalmente celebró un acto de rehabilitación oficial por parte de la Iglesia. 

Por tanto, aunque el caso Galileo es un triste episodio de un grave error de la Iglesia, no puede decirse que la Iglesia siempre ha ido contra la ciencia y el progreso, porque no es así. Las excepciones son manchas oscuras, pero no pueden ocultar, a una persona que busque la objetividad, que desde la Iglesia se ha fomentado la ciencia, la cultura y el estudio del mundo desde la antigüedad, y de manera ininterrumpida hasta hoy.

En esta presentacion veréis un resumen del caso y varios aspectos y consecuencias del mismo.



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