sábado, 20 de junio de 2009

El amor de Cristo nos apremia

El amor de Cristo nos apremia... Cristo murió por todos para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. 2 Co 5, 14-17.

Estas frases son casi un eco de aquellas otras palabras de San Pablo: ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí.

¿Cómo es posible configurarse de tal modo con otra persona? Sólo por amor. Pablo ha comprendido; ha sentido en su propia carne, el amor de Jesús, que muere por él, y por cada persona. Y ese amor lo transforma.

Si hay algo que puede cambiarnos a las personas, desde nuestra raíz, es el amor verdadero. No un amor humano, frágil y voluble, cargado de intereses y necesidad, sino el amor inmenso, gratuito e incondicional de Dios. El amor de Cristo. Por eso Pablo dice que “el que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado”. Los cristianos, que nos reunimos cada domingo y recibimos a Jesús en la eucaristía, no tenemos excusa. Si su amor no nos cambia, es porque hemos cerrado las puertas de nuestra alma y no dejamos que penetre en nosotros. Si la comunión no nos sacude y no nos empuja a entregarnos al mundo por amor, como el mismo Cristo, es porque estamos endurecidos, impermeables a su don. Quien se siente bañado por el amor de la cruz resucita. Pablo nos está hablando de su experiencia, y nos está llamando a vivirla como él.

1 comentario:

  1. Me gusto mucho su blogs la animo a seguir adelante, con su carisma, sabiendo que su caridad afecta a los demás de manera afectiva y efectiva.
    fratermalmente
    Fr Sthefans

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