domingo, 10 de mayo de 2009

Amar de verdad y con obras

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras… éste es el mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros. 1 Jn 15, 4b.

Estas palabras de san Juan resumen muy bien el corazón de nuestra fe cristiana: creer y amar. La autenticidad de nuestra fe quedará probada con la confianza y con las obras.

Muchas veces estamos lejos de tener paz interior. Los problemas nos angustian, las inquietudes nos asaltan y nos remuerde la conciencia porque quizás no somos coherentes con lo que decimos creer. “Dios es mayor que nuestra conciencia”, dice Juan. Para obtener esa preciada paz interior necesitamos ponernos ante él, sin disfraces, sin escondernos. Y poner en sus manos todo lo que nos perturba. Podemos engañarnos a nosotros mismos, pero a él nunca lo engañaremos. ¡Es inútil intentarlo! Sólo si tenemos confianza total en Dios podremos abrir nuestra alma y dejarnos curar y aliviar por él. Juan nos insiste: esa confianza nos dará la paz. Si confiamos, Dios nos dará todo cuanto necesitamos. En ocasiones nos quejamos porque nos parece que Dios no nos escuche. Y lo que sucede, en realidad, es que nos falta confianza en él.

La otra gran prueba de fe son los frutos, las obras. Un cristiano convencido no se distingue por su discurso, ni siquiera por sus prácticas religiosas, sino por aquello que hace y por el amor que desprenden todas sus acciones.

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