domingo, 5 de abril de 2009

El universo se inclina ante el amor

Cristo, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre sobre todo nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo…
Fl 2, 6-11

Estamos tan acostumbrados a celebrar la Pasión y la muerte de Jesús, que quizás ya no nos sentimos impactados por esa tremenda realidad: Dios muere por nosotros. Y muere de puro amor, con el corazón desgarrado, derramando su vida hasta el último instante. Si lo pensamos detenidamente, la idea nos rebela. ¿Por qué Dios deja morir a su hijo a manos de un grupo de hombres desalmados y ambiciosos? Nos invade la misma rabia que cuando pensamos en el mal que azota el mundo. ¿Por qué Dios permite todo esto?

Pero la fe cristiana no se fundamenta en la muerte y en la cruz, sino en la resurrección. La celebración de Semana Santa, en realidad, es la celebración del amor extremo de Dios. Un amor que, pese a la crueldad humana, vence a la misma muerte. Esto es lo que significan las palabras de Pablo. “Toda rodilla se dobla al nombre de Jesús”. La violencia humana puede matarlo, pero el amor benevolente de Dios podrá resucitarlo. Todo el universo se acaba inclinando ante una donación tan grande. Estos días en que rememoramos la Pasión y acompañamos a Jesús sufriente, no lo olvidemos: estamos celebrando la fuerza infinita y arrebatadora del Amor. Dejemos que ese fuego prenda en nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario