El P. Carreira acaba esta interesante serie sobre ciencia y fe con un episodio sobre la síndone o sábana santa de Turín.
La tradición cristiana la considera el sudario que envolvió el cuerpo de Cristo. Algunas corrientes ideológicas dicen que es un fraude y un montaje. Los científicos que la han examinado están desconcertados y asombrados. Este es el objeto más estudiado de la historia de la arqueología.
¿Qué sucede con la sábana santa? De entrada hay que tener en cuenta dos cosas:
1. No es un dogma de fe, nadie necesita creer en su autenticidad para ser cristiano, ni la fe cristiana se tambaleará porque sea realmente el sudario de Cristo o no.
2. Es un objeto de valor arqueológico con unas características extraordinarias. Y la imagen que se ve en él no está pintada ni impresa con tinta alguna. Por tanto, las pretensiones de algunos programas de seudociencia que quieren reproducir una imagen similar se han quedado en intentos frustrados. La imagen está en negativo y es más bien un degradado del tejido, como si hubiera sufrido algún tipo de radiación en contacto con el cuerpo que la produjo.
Desde un punto de vista meramente físico y objetivo, ¿qué tenemos? Un lienzo de gran calidad, tejido a la manera que se solía en el siglo I, con restos de plantas y flores típicas de Palestina en primavera. Con la imagen del cuerpo de un hombre, crucificado a la manera romana, con el cuerpo cubierto de latigazos producidos por un flagrum romano, con una lanzada en el costado, marcas de clavos en muñecas y pies, y de espinas en la cabeza. La imagen coincide con la descripción que los evangelios dan de la muerte de Jesús.
Una de las pegas que se ha puesto a la autenticidad de la síndone es la prueba del carbono 14 para datar la sábana. Según esta, sería de época medieval. Pero la sábana sufrió los daños de un incendio, por lo cual esta datación ya no sería exacta, pues el fuego alteraría su composición. El resto de coincidencias hacen bastante lógico pensar que este sería, realmente, el sudario que envolvió el cuerpo de Cristo.
El P. Carreira hace un paralelo con el hallazgo de la tumba de Filipo de Macedonia. Dada la época, los objetos encontrados, las características del esqueleto hallado y diversos detalles, todo hace pensar que esta tumba perteneció realmente al padre de Alejandro Magno. Nadie lo ha discutido. ¿Por qué en cambio se discute la síndone?
Porque hoy, nadie ve su vida afectada por la existencia de Filipo de Macedonia. ¿A quien le importa el viejo rey, salvo a historiadores y amantes de la antiguedad? En cambio, la existencia de Cristo sigue siendo crucial en la vida de millones de personas. Si la síndone es auténtica, es un objeto más de devoción y confirmación de la vida y muerte de Jesús. Si no lo es, resulta un argumento de primera para los detractores del cristianismo que quieren reducir la fe una serie de mitos o a una superstición.
En todo caso, como recalca el P. Carreira, nuestra fe no se va a ver afectada por una reliquia. Personalmente, a veces pienso que Dios nos pone las cosas tan fáciles, tan claras, tan evidentes... que nos cuesta creerlas. Quizás necesitamos tener una visión más limpia de prejuicios. Sin olvidar la claridad científica, no olvidemos que nuestra fe descansa en hechos, no en mitos, y en testimonios veraces cuya pasión y amor por Jesús nos ha llegado hasta hoy.
Recomiendo leer esta entrevista a Matesa Rute, una de las sindonólogas más expertas en el tema.
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