Este es uno de los temas en los que más insiste el Papa en su encíclica, por eso le dedicaré varias reflexiones. El Papa reconoce con claridad que, ante las contradicciones del progreso humano, surgen dos posturas opuestas: por un lado, la de quienes creen ciegamente en el progreso sin límites, apoyando su fe en la ciencia y en la tecnología. Por otro, la de quienes reniegan del progreso y piensan que sería mejor para el hombre regresar a su “paraíso original”, a formas más naturales y primigenias de civilización. Pero ambas formas, dice el Papa, “son dos modos de eximir al progreso de su valoración moral y de nuestra responsabilidad” (cap. 14). Es decir, son posturas fáciles que evitan afrontar el tema de forma madura y plenamente responsable.
Benedicto XVI eleva un canto de esperanza en esta frase: “Es un grave error despreciar las capacidades humanas para controlar las desviaciones del desarrollo o ignorar que el hombre tiende constitutivamente a «ser más».” (Cap. 14) Nos está apelando a tomar las riendas: el mundo puede mejorar, y está en nuestras manos humanizar el progreso y reconducirlo. No caigamos en fatalismos fáciles ni en pesimismos que sólo conducen a la crítica y al desánimo.
Ese “ser más” al que tiende el ser humano es la vocación a desarrollarse. Para los cristianos, florecer y desplegar nuestro potencial es una llamada trascendente, que viene de Dios, y así lo recuerda el Papa: “Decir que el desarrollo es vocación equivale a reconocer que éste nace de una llamada trascendente, y que es incapaz de darse significado por sí mismo” (cap. 16).
Desde esta perspectiva, entendemos el papel de la fe y de la Iglesia en el desarrollo humano: “El evangelio es un elemento fundamental del desarrollo, porque en él, Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre” (cap. 18). Así es: la vida de Jesús nos muestra qué la mayor belleza del ser humano. Él nos da las pistas del desarrollo auténtico. La clave no está en la consecución del poder, sino en el servicio; no está en la gloria o en la riqueza económica, sino en el amor a los demás, traducido en obras. De ahí que el evangelio sea la base para un “humanismo trascendental que da al hombre su mayor plenitud” (cap. 18).
Me encargaron preparar un tema para mujeres acerca de la espiritualidad y en mi búsqueda me he sorprendido muy gratamente al ver tantos escritos sobe este tema, Gracias a Dios, no todo está mal en nuestro planeta y se busca la espiritualidad, no solamente el placer, el poder y la proyección protagónica.
ResponderEliminarDios los bendiga
Estela