«La única tragedia en la vida es no ser santo», escribió Léon Bloy. La frase me deja en silencio...
Pero ¿qué es ser santo? Tanto se ha hablado, tanto se ha escrito... ¿Qué significa ser santo?
El latín nos puede ayudar. Beatus es feliz. Sanctus es salvado. Sanos, salvos, felices... ¿es esto ser santos? Si es así, ¡todos queremos serlo! ¿Quién no quiere sentirse sano, salvado, feliz?
Hoy y mañana, fiestas de Todos los Santos y Fieles Difuntos, leemos el evangelio de las bienaventuranzas (Mateo 5, 1-12). ¿Podemos traducirlas a un lenguaje y contexto actual? Veamos... Todos buscamos la felicidad. Es como la cima de un monte
donde nos espera un gran regalo… ¡ser felices!
Pero ¿cuál es el camino hacia la felicidad? En el mundo aparecen
muchas señales que nos indican diversos caminos. He aquí alguna consignas:
- Sé el primero y el mejor. Eres lo que haces.
- Persigue el éxito y te sentirás realizado y feliz.
- Sé rico: el dinero te da la libertad y lo compra todo.
- Sé famoso: el reconocimiento y los fans te hacen ser quien eres.
- Busca tu paz interior: sólo en ti está la felicidad.
- No busques a Dios ni a otros dioses: tú eres dios, tú eres todo lo que necesitas.
- No te preocupes por los demás: céntrate en ti. Cada cual tiene que seguir su camino.
- No te apegues a los demás, porque el apego causa dolor.
- No desees nada con fuerza, porque el deseo causa ansiedad constante y sufrimiento.
- Evita el dolor a toda costa.
- Persigue tus metas: haz todo lo que sea. El fin justifica los medios.
- Sé cool. Sé trendy. Sé fashion. Estáte a la última...
¿Nos llevan de veras a la felicidad estos caminos? Jesús
también nos propone uno. ¡Parece muy contradictorio!
- No busques ser el primero: los demás son lo primero.
- Vive para servir.
- Comparte lo que tengas. Nada es tuyo, todo te lo han dado.
- Eres valioso por lo que eres, no por lo que tienes ni por lo que haces. Dios te conoce y te ama.
- Busca la paz entre las personas, sé conciliador. Perdona y pide perdón.
- Tú solo no puedes casi nada. Con Dios todo lo puedes, ¡pide ayuda y confía!
- Piensa en los demás: tienes compañeros de camino. Ellos te ayudan a ser persona.
- Ama con toda tu alma: aunque el amor te haga sufrir, porque quien ama mucho, también sufre por amor.
- Sigue el deseo más profundo de tu corazón, porque te lleva a lo que tú eres, y a quien tú amas.
- Acepta el dolor con paz y aprende de él. El dolor es un maestro.
- Haz lo bueno y lo justo, aunque te critiquen y te rechacen por ello.
¿Qué orientaciones nos guían? ¿Cuáles nos despistan y nos
pierden? ¿Por qué? ¿Tenemos alguna experiencia de ello?
La buena noticia es que, si queremos, ya somos santos. No hemos llegado a la meta, pero estamos en camino. Y cuando caminas con la certeza de llegar, ¡ya empiezas a saborear el aire de la cumbre!